Sobre la verdad
Exploramos la naturaleza escurridiza de la verdad. En esta página, reflexionamos sobre qué es la verdad, cómo la buscamos y por qué es tan importante en nuestras vidas. Acompáñanos en este viaje filosófico.

No tiene sentido preguntar “qué es la Verdad”, porque la Verdad no “es” (no posee una esencia fija), sino que “está”: se manifiesta en cada afirmación verdadera.
1. Cambio ontológico: de “esencia” a “presencia”
La frase rechaza la búsqueda metafísica clásica. En lugar de concebir Verdad como un ente abstracto o universal (una Idea platónica, una definición absoluta), afirma que la verdad no existe como cosa, sino que aparece en los actos o contenidos verdaderos.
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No hay un “Ser” de la Verdad.
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Hay presencias de verdad, casos particulares donde algo resulta verdadero.
Esta posición se acerca a corrientes antiesencialistas y pragmáticas: la verdad importa en el uso, en la práctica, no como entidad metafísica.
2. La verdad como propiedad, no como objeto
Decir que “la Verdad está” sugiere que la verdad es una cualidad adjudicada a proposiciones, creencias, juicios o hechos.
Ejemplo:
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La frase “hoy llueve” es verdadera si llueve.
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La verdad está ahí, en la correspondencia entre lenguaje y realidad.
Así, preguntar “¿qué es la Verdad?” sería tan impropio como preguntar “¿qué es la rojez?” como entidad independiente del objeto rojo.
3. Afinidades filosóficas
La frase puede dialogar con varias tradiciones:
a) Correspondentismo clásico
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La verdad aparece donde hay adecuación entre proposición y hechos.
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La verdad “está” donde la afirmación coincide con el ser.
b) Pragmatismo (James, Dewey)
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La verdad no es un absoluto, sino “lo que funciona”, “lo verificado en la experiencia”.
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No hay una “definición” última, sino prácticas verificadoras.
c) Heidegger
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La verdad no como “correspondencia” sino como desocultamiento (aletheia).
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La verdad “se da”, acontece, no “es algo” en sí.
d) Wittgenstein
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Lo importante no es definir Verdad, sino ver cómo se usa la palabra “verdadero” en el lenguaje.
4. Riesgos y críticas posibles
A) ¿Evita la pregunta metafísica o la rehúye sin responderla?
Decir que preguntar “qué es la verdad” no tiene sentido puede sonar dogmático.
La filosofía justamente busca conceptualizar nociones generales.
Negar la pregunta puede ser una forma de antifilosofía.
B) ¿Confunde niveles?
Decir que la verdad está “en cada caso verdadero” puede ser circular:
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¿Por qué algo es “verdadero”?
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Porque “está la verdad ahí”.
Pero eso no explica qué hace verdadera a una proposición.
C) Sacrifica la teoría en favor de la mera descripción empírica
Si la verdad solo “aparece”, perdemos criterios universales para:
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resolver contradicciones,
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justificar creencias,
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evaluar teorías científicas.
5. ¿Y los “Valores”?
La frase afirma que todos los Valores “están”, no “son”.
Eso traslada lo mismo a:
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Bondad
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Belleza
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Justicia
Es decir, no existirían como Ideas Platónicas, sino como situaciones particulares donde juzgamos algo justo, bueno, bello.
Esto es coherente con una ética situacional: la justicia no existe como arquetipo — se encarna en actos justos.
Pero también genera tensiones:
¿podemos criticar injusticias sin una noción universal de justicia?
6. Consecuencias epistemológicas y éticas
Si la verdad solo “está” en casos particulares, entonces:
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tal vez no hay Verdad absoluta,
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sino múltiples verdades situadas,
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verificables en contextos distintos.
Eso puede sostener una epistemología pluralista,
pero también abre la puerta al relativismo.
7. Una reformulación posible
La frase podría reformularse así:
“La Verdad no es un objeto independiente, sino una cualidad que emerge cuando un juicio se ajusta a la realidad.”
Esto es más preciso y evita decir que no tiene sentido preguntar qué es la verdad — quizá sí tiene sentido, pero la respuesta es metodológica, no ontológica.
Conclusión crítica
La frase acierta en desplazar la verdad del plano de las esencias al de las manifestaciones, pero corre el riesgo de:
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negar la utilidad filosófica de una teoría de la verdad,
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quedar tautológica,
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abrir espacio a relativismo epistémico.
Lo más fértil es lo que sugiere:
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La verdad no se posee, se verifica.
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No existe como sustancia, sino como acontecimiento.
Pero afirmar que “no tiene sentido preguntar qué es la verdad” es quizá demasiado fuerte: tiene sentido, solo que la respuesta no será una esencia metafísica sino un análisis conceptual de nuestros criterios de verdad.
Atribuido a Jesús de Nazaret